3 de febrero de 2015

Por qué su sombrero.

Hubo un alguien, único y diferente, que me enseñó a ser yo e intentar ser feliz. Pero sobre todo a ser yo.  Me demostró que un día sin sonreír es un día perdido y que tengo que reír para que el mundo ría conmigo. Sin saberlo, supo darme una gran lección con pocas palabras: "lo realmente importante es luchar para vivir la vida, para sufrirla y para gozarla. Perder con dignidad y atreverse de nuevo. La vida es maravillosa si no se le tiene miedo".  

Estoy segura de que ya sabéis de quién os hablo y de lo especial de su sombrero.

Desde entonces, abro la puerta y salgo. No me importa si lloverá, si el día vestirá de blanco o si, por suerte se llenará de luz. Olvido si es lunes o martes. Si habrá nubes grises o si hará frío. Ahora me da igual lo que haya fuera.

Él lo llevaba siempre para sonreír. Y aunque a veces se me olvide o por un momento no lo encuentre y salga sin él... siempre está el momento adecuado para volver a buscarlo.

Por lo que significa y por lo que da. No podía ser otro más que el suyo.

Gracias Charles Chaplin.


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