31 de mayo de 2017

¡BUENOS días, papá!

Hoy será mi mano la que apague tu despertador. De golpe y porrazo. Bruscamente. Con sonrisa mañanera y eufórica por escucharlo dejar de sonar.
Hoy será mi empujón el que te hará levantarte de la silla de ese despacho por última vez.
Serán mis pies con los tuyos los que te llevarán de vuelta a casa y cerrarán el camino que tan acostumbrados están de hacer.
Hoy se escuchará mi voz también cuando la tuya diga adiós. Y te despidas de compañeros y lugares que te han acompañado media vida.
Lo haré feliz. Inmensamente feliz. Por ti. Porque ya es hora que la vida te devuelva en tiempo y libertad lo que tú le diste en fuerza de voluntad. Porque hoy es ese día. Y merecías que llegara.

GRACIAS.
De un tamaño tan gigante que no podría estampar en un papel, en una pantalla, ni en tres campos de fútbol unidos.
GRACIAS por tu generosidad y tu incansable compartir.
GRACIAS por tus lecciones de sacrificio y responsabilidad.
GRACIAS por todo lo que está detrás de ese despertador que lleva más de  treinta años sonando.

Y que hoy por fin apagas, para poder vivir sin ningún Tic—Tac.
No se trata de haber terminado una obra, sino de empezar cada día una nueva. Vívela. Hazla bonita. Y hazla para tí.

¡BUENOS días, papá!