16 de octubre de 2017

Buscando encontrarme.

Soy madurez en el corazón de una niña. Que habla de mimos, de vida sin ley y amor sin condición.
Soy dificultad en un fondo sencillo.
Soy de querer sin porqués. De dar sin intención de recibir.
Soy de buscar compañía dando pasos de independencia.
De querer encontrar.
Y no querer al encontrar.
Soy movimiento con ansia de calma. Que demanda ambas al mismo compás.
Dureza en un tarro frágil al mando de quien sé que no debe. Confiada de la primera mano que quiera tocar. Con el resultado de ser siempre tarro más roto que recompuesto con apariencia  firme.

Soy hierro en sentimientos endebles. Con necesidad de sentir cercano lo que queda lejos. Débil frente a la mínima mota de indiferencia hacia mi de quien quizás no me importe.
Soy autodidacta en una vida que necesita ayuda para aprender.
Soy silencio en palabras. Que suenan a gritos dentro de mi.
Soy de encontrar solución a lo que no es problema. Y hacer problema a todas mis soluciones.
Soy de las que se plantan en el campo de batalla sin armas ni entrenamientos. Sabiendo que sufrirá para perder. O ganará sufriendo.

Y aquí, en medio de todo mi cáos, vivo.
En una vida que elijo. Pero aún no se si prefiero.


Contradictoria de mi.
Conmigo.
Contigo.
Buscando encontrarme.

Y sin nada que me frene.

6 de septiembre de 2017

A ti vuelvo

Sin conocerte te elegí,
Te aposté, te seguí,
Y un mes tardé en enamorarme de ti.

Me conociste sola, inocente y perdida,
Y aún creyéndote culpable de mi descuida,
fuiste tu, más que yo, quién firmó no darme por vencida.

En tí supe vivir.
En tus calles fuí.
Niña. Lamento. Euforia. Alegría.
Mujer feliz.

En tus calles amé. Y perdí.
Jugué. Y gané.
Siempre me aposté.

En tí entendí ser mía.
Para mí.
Libre. Segura. Fuerte.
Nunca huí.


Con la fuerza que la distancia arrebataba,
hiciste tanques y armaduras de hojalata.
Y aún sin tener vela en este entierro.
Me serviste de escudo en mis desvelos.

Así venzo, aunque a paso lento,
La lucha que en ti tengo.
Porque aunque fue un difícil comienzo,
Más cerca el final presiento.

Espérame sin encelar
Que en nada regreso.
Que no hay otra como tú que guarde mejor mis secretos.

Que a ti siempre se vuelve.
A ti vuelvo.

Seguro que vuelvo.

31 de mayo de 2017

¡BUENOS días, papá!

Hoy será mi mano la que apague tu despertador. De golpe y porrazo. Bruscamente. Con sonrisa mañanera y eufórica por escucharlo dejar de sonar.
Hoy será mi empujón el que te hará levantarte de la silla de ese despacho por última vez.
Serán mis pies con los tuyos los que te llevarán de vuelta a casa y cerrarán el camino que tan acostumbrados están de hacer.
Hoy se escuchará mi voz también cuando la tuya diga adiós. Y te despidas de compañeros y lugares que te han acompañado media vida.
Lo haré feliz. Inmensamente feliz. Por ti. Porque ya es hora que la vida te devuelva en tiempo y libertad lo que tú le diste en fuerza de voluntad. Porque hoy es ese día. Y merecías que llegara.

GRACIAS.
De un tamaño tan gigante que no podría estampar en un papel, en una pantalla, ni en tres campos de fútbol unidos.
GRACIAS por tu generosidad y tu incansable compartir.
GRACIAS por tus lecciones de sacrificio y responsabilidad.
GRACIAS por todo lo que está detrás de ese despertador que lleva más de  treinta años sonando.

Y que hoy por fin apagas, para poder vivir sin ningún Tic—Tac.
No se trata de haber terminado una obra, sino de empezar cada día una nueva. Vívela. Hazla bonita. Y hazla para tí.

¡BUENOS días, papá!