31 de agosto de 2015

Vivir, vivir y, luego, vivir.

Estaba dispuesta a salir una noche de feria más cuando vi una postal de Mallorca encima de mi escritorio.
Inmediatamente me senté y sonreí. Supe que se trataba de ti y que no sería tan solo una postal. Leí..


"El chico me comentó que tenía dos pasiones: la fotografía y el viaje, o viajar y la fotografía. No supo definirme cuál iba primero realmente. Nosotros veníamos de pasar un "nochón" de fiesta increíble y estábamos muertos en vida de la resaca. Empecé a ver la multitud de postales que el chico había fotografiado. A la vez me acordé de aquello que me dijiste: "eres un pureta, estás hecho un viejo". Pensaba en todo lo que nos queda por ver, que nos vamos de este mundo y aún nos quedarán multitud de lugares por descubrir. Volví a esa reflexión que me soltastes de "eres un viejo" y decidí comprarte una postal. Únicamente para escribirte esto. Para plantearte mi reflexión sobre la vida, no desaprovechar ni un segundo. Lo mismo que nos pegamos una noche loca, tener el entusiasmo de recorrer caminos y descubrir nuevos mundos. Voy a intentar seguir haciendo mi vida así, y te invito a que tú también. Y que cuando, de verdad, "seamos viejos", sonriamos al pensar todo lo que hemos vivido."

Moví la cabeza sonriendo y sin parar de llorar. Otro empujón. Otra vez tu haciéndome sentir. Otra vez tan especial. 

Siempre me despiertas cuando más dormida estoy para que viva feliz la realidad. Sabes mejor que nadie el cómo y el cuándo sin darte pistas.

No pude evitar el escalofrío. Ni la sonrisa. Ni las lágrimas. Ni la emoción.
Te busqué y te abracé de la manera más sincera que encontré.

Gracias por cuidar tanto tus pasos. Por pisar siempre teniendome en cuenta. Y por no olvidar nunca ser hermano.

Fue el principio y la sonrisa de una gran noche.
 Fueron las ansias de seguir viviendo. Contigo y como tú.