12 de noviembre de 2018

Nunca te irás.


No compartíamos el día a día, pero sabíamos que estábamos y que solo necesitábamos un mensaje, una llamada o esperar al próximo encuentro para saber si todo iba bien.

Yo estaba esperando ese sábado 3 de noviembre para volver a vernos, ese era mi aliciente de la semana. Porque, aunque nunca más que a ti, me encantaba y me encanta reunirnos. Y sabía que ese sería uno de los grandes días que se recordarían.

Y desde un martes antes,  nunca nada volverá a ser igual.

Contigo se van todos esos momentos que hacías especiales. Todos esos grandes días y las grandes reuniones a las que todos alguna vez faltamos, menos tu.

No quiero volver a nuestra casa si no estás para recibirme con un abrazo y un beso, si no se escucha tu voz, si no estás tocando las palmas o empezando sevillanas para que alguien te siga.
No quiero una navidad allí si no te voy a escuchar cantar villancicos sin parar y tocar la pandereta como si no hubiera un mañana.

Sin tu risa, la casa ya está vacía para siempre.

Esperaré verano tras verano tres golpes y un empujón en la puerta de mi casa. Que aparezcas con tu gorra azul celeste y vengas a buscarnos para ir a la playa. Que te sientes en el sofá con algo que contar, que propongas un viaje, un día de excursión, hacer un botellón o una partida de cartas después de cenar.
En mí se quedan para siempre las historias de piratas, juegos de toreros, paseos por la orilla de La Antilla, risas a carcajadas, cada conversación, una semana santa de ensueño y un millón de recuerdos de infancia y de ayer que supiste clavar en mi y que nunca nada ni nadie podrá borrar. 

Siempre admiré tu valentía y tu actitud para mirar de frente a la vida y afrontar tantos problemas que te vinieron sin merecer y que tan increíblemente controlaste. Tu superación, tu dedicación por lo que te apasionaba, tu humildad, tu cercanía y tu alegría la has dejado ver y notar hasta el final. Seguiré hablando de ti con el mismo orgullo que siempre he sentido, tenlo seguro.

Gracias por todo lo que nos has dado, por haber cuidado de mi y haber tenido siempre algo bonito para decirme. Por haber sido el alma de nuestra familia que te estará echando de menos toda la vida.

El cariño que tanto le diste a tu prima pequeña lo sentía, y siempre ha sido recíproco.
Ojalá lo supieras. Y ojalá te siga llegando allí donde estés.


Te quiero para siempre, primo. 


Nunca te irás...

8 de marzo de 2018

PUEDO Y QUIERO

Ten la vida que deseas.  Suéñalo, lúchalo y créete siempre capaz. Date tú a ti misma todo lo que quieras. Y demuestra síes ante cualquier NO que te impongan.
Sal sola cuando surja. Y no mires atrás con miedo. Nunca. Pase lo que pase.
Haz como rutina valorarte. Y como única obligación impuesta ser feliz siendo tú. 
Ten siempre por bandera un  "porque puedo" y "porque quiero".

Siéntete mujer libre y orgullosa.
Créelo y conviértelo en privilegio.

Hagámoslo incluso cuando las hormonas nos revuelvan. Cuando seamos sensibilidad. Cuando nos maltraten. Cuando nos debiliten. Cuando nos desprecien. Cuando nos coloquen en segunda fila. Cuando nos usen.

Hagámoslo cada día.
Porque hoy...ojalá hoy nunca hubiéramos tenido que celebrarlo.

Feliz día y vida, compañeras.